17.12.09

CONSECUENCIA


Nunca te despertabas a la hora
hasta que un día
te compré un reloj de los antiguos
y te dije
que las campanas del despertador eran como mis pechos

Desde ese día que apagas el despertador con locura
lo malo es que aveces te confundes
y me pegas manotazos a las seis de la mañana
mientras mis pechos lamentan
la metáfora

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