11.8.09

LA RESIGNACIÓN DE LEYDI DAYANA

Yo me resigno a tus abrazos
cuando veo que un beso
destruiría mi casa

Yo me resigno a tus palabras
cuando veo que los hechos
nos llevarían a atentar contra nuestros hijos

Yo me resigno a callar
cuando veo que mis cartas serían encontradas por ella en tu chaqueta

Yo me resigno a no sacarte a bailar
cuando veo que con esa canción
podría llegar a embarazarme

Yo me resigno a no visitarte
cuando veo que la carne se me adelanta para llegar a ti

Y me resigno cada vez más
en los cajones me resigno
entre cuatro llaves
enterrada en el cementerio de los hijos

Me resigno porque tu voz despierta bestias líquidas
las manos con las que escribes me disuelven
en lluvias de diluvios bíblicos
se disuelve el reino en el que vivo
mis plantas
mis sillones
todo

Me resigno a la ceguera
cuando mirarte sería correr a un motel indigno
y lamerte cachorramente
las partes favoritas


Me resigno a escribir más y más poemas de amor
mientras me desnudo
para mirar tu foto
y hacerle el amor imposible


Yo me resigno a estos poemas
porque aquí podemos amarnos
sin destruir las cortes sagradas

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es el límite humano?
no he llegado más allá
pero paradójico
la razón me lo dice
no es lo profano
en el éxtasis
puedo aún saber
que es posible
que no estamos destinados
que nuestros sentidos son sentimiento
y nuestro camino el calor del cuerpo
pero no vemos el fin del océano
sólo deseamos la playa, su comienzo.

Trovador.